Tocado por una gorra de Michelín, como quien debe fidelidad a la empresa de la que formó parte, Ángel da la impresión de un hombre ordenado, prudente, formal y servicial.

Cuando avanzaba en la documentación que precedía a las entrevistas, corroborando lo recogido en las mismas, todas las personas entrevistadas me advertían del interés que suscitaba el encuentro con Ángel. En ocasiones me hablaban de Ángel el de “la Michelín”, en ocasiones de Ángel el fotógrafo, también de Ángel el de la panadería.
Curiosamente, en la entrevista de Ángel rompemos el hielo cuando se refiere al empeño de su padre por tener un hijo cura, siendo Ángel el que contaba con todas las cartas para atender a este empeño.
Con la prudencia que la experiencia recomienda al solicitar el acceso a fuentes fotográficas, pregunto a Ángel por la posibilidad de contar con imágenes que respalden los diferentes testimonios. Ángel me indica que no habrá problemas, agradeciendo mi interés.

Este hombre que ha sido panadero, empleado de Michelín y que será siempre fotógrafo, disfruta en la actualidad del tiempo que le ofrece el júbilo recién alcanzado, tiempo que no parece sobrarle.
Tocado por una gorra de Michelín, como quien debe fidelidad a la empresa de la que formó parte, Ángel da la impresión de un hombre ordenado, prudente, formal y servicial.
En los días posteriores a la entrevista han sido muchas las consultas realizadas a Ángel, referidas a sus fotografías y a las de sus vecinos. Ante las respuestas de Ángel, siempre solícito y generoso, uno se siente en deuda con este hombre de gesto noble y sereno.

Manuel C. Rodríguez Rodríguez. Dirección-Documentación-Guion de la serie documental «La Memoria del Cabo»