JOSÉ PÉREZ, MUCHO MÁS QUE UN PAJARERO
Hay en José, o en Pepe, verdad y creencia, también la tranquilidad del que ha contribuido a la conservación de un espacio y a su valoración por parte de las personas que, desde hace décadas, son sus vecinas.
El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar trae a Cabo de Gata y a otros espacios de los municipios de Níjar y Carboneras unas medidas de protección y conservación que resultan inéditas para las personas que habitan u ocupan puntualmente este espacio marítimo-terrestre.
Muchos años antes quedan las desproporcionadas sacas de arena y otros episodios poco afortunados, como las construcciones en el entorno del faro de Cabo de Gata, con el beneplácito de la administración.
Tras la declaración del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en la que tuvieron un papel principal el profesor Hermelindo Castro y el movimiento intelectual que liderara el poeta Jose Ángel Valente, eran necesarios instrumentos y personas que, como creyentes conservacionistas, educaran, informaran y sensibilizaran en relación con todo lo que suponía la nueva fórmula de conservación.
En la comarca de Los Vélez, con un recorrido en la profesión de guarda forestal, se encontraba José Pérez, un velezano de Topares que fue invitado a crear escuela en un lugar sin masa forestal, pero con unos indudables valores medioambientales.
En el relato de José, o de Pepe, como aquí le conocen, se observa esa creencia, también un conocimiento del proceso necesario para que el pueblo considerara como suyo el Parque Natural.
Me encanta coincidir con Pepe Pérez en el valor que para la conservación del espacio han tenido personas como Antonio Ferre, persona que entrevisté para un documental sobre la historia de la propiedad El Romeral y que me pareció de una sabiduría incontestable.
Hay en José, o en Pepe, verdad y creencia, también la tranquilidad del que ha contribuido a la conservación de un espacio y a su valoración por parte de las personas que, desde hace décadas, son sus vecinas.